En los procesos de selección de personal, sucede algo similar. A pesar de los esfuerzos por estandarizar entrevistas o evaluar objetivamente a los candidatos, las decisiones suelen estar marcadas por sesgos: afinidad cultural, estereotipos de género, edad, institución educativa, e incluso apariencia física. Estos filtros invisibles, aunque muchas veces no intencionales, terminan afectando la diversidad y la calidad del talento que las organizaciones incorporan.
Es en este contexto donde la Inteligencia Artificial comienza a marcar una diferencia. A través del uso de algoritmos diseñados para priorizar habilidades y datos concretos por sobre prejuicios, la IA permite avanzar hacia procesos de reclutamiento más justos, inclusivos y basados en evidencia. Cuando una plataforma puede analizar cientos de variables en segundos —sin verse influida por la edad, el tono de voz o el colegio del candidato—, las decisiones se acercan más a lo que debería ser el objetivo de toda área de RRHH: elegir al mejor talento para cada desafío, no al que “cae bien” en la entrevista.
Herramientas como Validate Talent están diseñadas precisamente para cumplir con este propósito. Al incorporar inteligencia predictiva, análisis comparativo y scoring automatizado, estas plataformas permiten eliminar muchos de los sesgos que tradicionalmente han afectado la calidad de las contrataciones. No se trata de quitar el factor humano, sino de darle mejores herramientas para decidir con más claridad y menos prejuicio.
Volver al caso de Eysenck no es mirar con desprecio el pasado, sino reconocer que incluso las decisiones más “informadas” pueden estar equivocadas si no se cuestionan los supuestos que las sostienen. La tecnología hoy nos permite construir procesos más conscientes, más éticos y, en última instancia, más acertados.